Bueno, hoy me toca a mi ser la anfitriona del invitado estrella de la semana, Nishibu. Ale, sin más dilación os dejo con su post.
La invasión moé
Moé: Palabra del argot japonés que originalmente se refiere a un fetiche por los personajes de videojuegos, anime o manga. Muchas veces suele usarse como sinónimo de
bishojo aunque en la práctica el término
moe va mas allá de "niñas bonitas": La chica moé suele ser "diferente" en algún sentido, tal vez sea una extraterrestre, o tenga orejas de gato, pero siempre es alguien inocente e infantil. Por lo general es un personaje débil, suele necesitar ayuda para realizar ciertas tareas y con mucha frecuencia tiene alguna traba física. Suelen ser personajes muy empáticos y que necesitan de protección y cuidado. Eso sin olvidarnos de la importante carga "fetiche" que es un personaje moé: Maids, escolares, chicas robot, hermanas pequeñas... por supuesto y como buen fetiche que son, las
moekko (personajes moé) llevan implícita una gran sexualidad orientada hacia el público masculino, así que olvidémonos de shojo y demás géneros destinados al público femenino. El buen aficionado al manganime ya se habrá dado cuenta que el recurso de la
moekko no es en absoluto nuevo ya que abundan personajes con estas características:
Nunnally (Code Geass),
Misa (Death Note),
Merle (Escaflowne)...
No era extraño encontrar una moekko en una serie, sin pasar de secundario cómico o trágico, junto al resto de estereotipos que completaban la serie. El personaje moé hacía su papel (y nunca mejor dicho), despertando las simpatías del público, apelando a su ternura y humanidad (y sus defectos) frente al resto de protagonistas.
Entonces a alguien se le ocurrió hacer a la chica moé la protagonista de la serie, y el invento funcionó:
Chii (Chobits),
May (Hand Maid May) o
Nyu (
Elfen Lied) son buenos ejemplos. Por supuesto, las series Harem no estaban exentas de moekkos con mayor o menor relevancia dentro de sus tramas. Carne de
fanservice, el manganime continuaba reinventándose, cogiendo viejos estereotipos y dándoles nuevos papeles.
Pero el mundo de la cultura visual japonesa va mucho mas allá de viñetas y pantallas de TV, esta "industria" se alimenta y a la vez deja también su huella en vecinos próximos: Los
videojuegos. Si hay una característica fundamental que comparte el manganime con los videojuegos, no es otro que el público: si al aficionado al manganime le gusta ver moekkos en sus mangas, también le gustará verlas en su pantalla de ordenador. Así el moé dio un salto mas, y esta vez muy grande, aprovechando al máximo la interactividad que proporcionaban los juegos de ordenador. El usuario ya no sólo era espectador, ahora podía tomar el control de su heroína moekko (
Bridget en Guilty Gear, la saga Harvest Moon... ), o mejor aún, podía conversar, flirtear y si lo hacía bien, llegar incluso mas allá! Así nacieron los
eroges, el paraíso moé había llegado. Como era de esperar estos juegos tuvieron mucho éxito, creando en el proceso infinidad de moekkos que desarrollaron su propio merchandising: Las moekko habían llegado a una nueva dimensión en el mundo de los videojuegos, y se creaban nuevas protagonistas por sí mismas sin necesidad de una fuente en el anime.
Si el anime fue un buen método para crear videojuegos, el proceso inverso no podía fallar: las hijas pródigas vuelven al mundo del manganime, no como personajes secundarios, ni siquiera como protagonistas, sino copando casi todos los personajes y estereotipos y creando series enteramente moé. Así surgió el anime de
Kanon, que conservaba todo el morbo moé de su eroge, pero omitiendo las partes más subiditas de tono del videojuego para adaptarlo a todos los públicos. Tras el éxito en ventas la compañía Key se frotaba las manos y no dudaron en sacar
AIR, y más tarde
Clannad, y para entonces el pastel de los animes enteramente moé ya se estaba repartiendo: Otras compañías de eroge y videojuegos de citas se sumaron a este filón, creando el videojuego y sacando después el anime, como
ToHeart de Aquaplus,
Da Capo de Circus, o
School Days de 0verflow. Este nuevo género se reinventaba, basando todo el peso argumental en las moekko. A pesar de haber romances, no eran historias de amor, ni magia, ni acción... eran simplemente niñas, mostrándose vulnerables, infantiles, inocentes, y sólo estaban ahi para que el espectador las viera, las conociera, eligiera a su favorita y la añadiera a su colección de figuras.
Paralelamente y como reacción a este fenómeno aparecieron otras series cuya piedra angular eran las moekkon pero con un tratamiento totalmente diferente. Por una parte, el
seinen también tuvo sus más y sus menos con las moekko, sin ir mas lejos
Rei Ayanami (Evangelion), callada, introvertida, constantemente lastimada y uno de los personajes más queridos. En cambio Hideaki Anno quiso darle una vuelta de tuerca más, Ayanami va mas allá del moé. Igualmente ocurre con
Mima Kirioge (Perfect Blue), Satoshi Kon crea un personaje moé mucho más humano y realista, criticando en su obra la situación decadente que se aprecia en el fandom japonés cuando la afición cruza el límite y llega a la obsesión. Y no nos olvidemos del
Superflat, corriente con cada vez más fuerza, "pop art dentro del pop art que es
per sé el manganime", que crítica a una industria y a una sociedad cada vez mas alienada en sus propios fetiches (el moé, el consumismo, etc). Con Takashi Murakami o Koji Morimoto (
Studio 4º) al frente de este movimiento todavía queda mucho por decir y por escuchar.
Por otro lado, el humor tampoco se quedó sin sus moekkon. Llegaron los
yonkomas de
Kyohiko Azuma con su divertidisima
Azumanga Daioh y posteriormente con
Yotsuba. Series donde lo cotidiano se mezcla con el humor de forma magistral. En Welcome to the NHK, a pesar de la crudeza de la historia, hay hueco para el humor, momento en el que aprovechan para tomarla con los personajes moé. No tiene pérdida el boceto que hacen Satou y Yamazaki de el personaje moé ideal. Y no podemos olvidarnos de
La Melancolía de Suzumiya Haruhi o
Lucky Star, ambas geniales autocríticas donde gracias al humor se ríen (y nos reimos) de los mismos clichés moé de los que hacen uso.
Sin duda Suzumiya y Konata son la guinda a un pastel demasiado endulzado, a un aluvión de chicas monas que han saturado el mercado en los últimos años. Tal vez sea lo que demanda el
mainstream, chicas monas y adolescentes dándose piños. Por ahora ha dado dinero a la industria y ha calado entre el público. Pero también es cierto que empiezan a aparecer las críticas y parodias que si bien demuestran el éxito que ha tenido el género moé, tambien dejan de manifiesto que la gente empieza a
cansarse y a reírse de ello. Si el manganime está en constante evolución y reinventándose a sí mismo, tal vez ya va siendo hora de dejar atrás las niñas bonitas y probar algo nuevo, no?